domingo, 15 de noviembre de 2009

El guardian de las palabras

Hay palabras que nunca llegan a atravesar mis labios. Sonidos que mueren antes de vibrar en las cuerdas vocales. Son muchas las cosas que siempre he querido decir y nunca he podido expresar. Sé que es tu culpa. Tú y tu maldito afan de protección. El eterno Guardian de las Palabras, que secuestra mis pensamientos y censura mis frases. Eres tú, estúpida antigualla embutido en tu armadura oxidada el que me prohíbe rebelarme contra el mundo. ¿Por qué me contienes?

Eres la sombra que me persigue en mi rutina, escondido en tu abollada armadura que me escolta sin hacer ruido, ahogando las palabras en las aguas del Miedo, estrangulando sus sílabas con tus manos para que nunca vuelen por el aire. Retienes mis discursos para evitar las peleas, los "peros" cuando tengo algo que objetar, el veneno que impregna mis palabras, las palabras valientes que defienden mis argumentos... Me has convertido en un inofensivo muñeco de trapo.

Autoproclamado el defensor de mi integridad, me proteges del supuesto mal que podría infectar mi vida si actuase sin tu control, sin censura. Tu rasgada voz repite una y otra vez que todo esto es por mi bien, y que rendirse sin luchar es la mejor forma de vivir sin recibir heridas.

Estoy cansado de este secuestro, de no tener carácter para defenderme y menos para atacar. Harto de sentir la sangre hirviendo y la ira enfriarse en mi cabeza. No quiero vivir medio sedado encerrado en mi propio cuerpo. Quiero ser capaz de librar mis propias batallas, y demostrarme que soy capaz de ganarlas. Algún día escaparé de tu cautiverio y recuperaré mi voz...

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