Delante de mí durante años, una puerta que no se abre ni a la de tres. Ahí está, inmutable con el paso del tiempo e indiferente a todas las miradas asesinas, de súplica o de rabia que le he regalado desde que me empezó a salir pelo en el pecho.
Una puerta a un futuro más fácil, un camino que he recorrido mentalmente una y otra vez donde una preciosa chica espera suspirando al otro lado de la plancha de madera. A veces sueño con ella, y veo su larga cabellera rubia, acariciando el pomo de la puerta, suplicándome que abra la puerta y estemos juntos al fin, donde el final de cuento con sus perdices se halla a un giro de llave...
¿Por qué esa puerta nunca se ha abierto para mí? ¿Por qué nunca he intentado abrirla?...
Mientras reflexiono sobre ello... Ahí sigue la puerta...
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