Una vez dejas de regar las plantas a diario, estas tienden a marchitarse. Las relaciones son así. Según pasan los días se va perdiendo paulatinamente la cotidianidad de las risas y las bromas sin sentido. Las charlas sin importancia, los cotilleos del día a día que siempre fueron el cemento que consolidaba la complicidad de las amistades, de las relaciones... hoy son el agua que ensancha aun más el río de la distancia, convirtiendo a los mejores amigos en dos auténticos desconocidos.
Los meses pasan y sólo va quedando el recuerdo de lo que una vez fue. Lo que una vez fueron imágenes vivas y llenas de color, todo se ha desteñido hacia un nostálgico blanco y negro. Inexorablemente y sin remedio, la vida que tenía en el pasado ya está muy lejos de la vida que tengo ahora. Ya han pasado seis meses y duele ver cómo el mundo que una vez fue tu hogar a aprendido a vivir sin ti, mientras que tú no has sido capaz de sustituir a ninguno de ellos.
Realmente es un reto duro irse fuera a crear una vida nueva. Pero lo es más volver a casa y descubrir que ese lugar donde volver ya no es el mismo que recordabas...
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