domingo, 27 de julio de 2008

El último tren


Sentado en un banco veo a la gente pasar. De un lado a otro, un baile de prisas y maletas vuelan a mi alrededor. Todos tienen prisa por llegar, nadie quiere perder su tren. Gritos y avisos por megafonía se entremezclan en el caótico ambiente de la estación. Pero yo estoy tranquilo, porque sé que no tengo nada que perder.

Miraba la gran máquina estacionada a mi lado, un tren un poco desvencijado y anticuado. El óxido había ganado la batalla a la pintura en varios frentes y a primera vista las piezas parecían haber conocido la época colonial, pero a pesar de ello no había dudas de su robustez y fuerza. Aun se mostraba capaz de aguantar otros 400 años llevando a sus pasajeros a su destino, fuese cual fuese, siempre y cuando estuviese unido por caminos de hierro. El tren como medio de transporte tiene un tinte romántico, pero este en concreto me lo parecía más todavía, quizás el hecho de que pareciese sacado de un libro de Historia contribuya a ello.

Me acerqué a uno de los vagones y mientras ponía mi mano sobre él, miré a través de la ventana. Mi cabeza se preguntaba por los innumerables momentos que se habrían vivido en cada uno de esos viajes, las conversaciones importantes, las promesas de amor, los secretos inconfesables… centenares de hombres y mujeres que compartieron en algún momento un asiento de ese vagón. No pude evitar que un par de lágrimas resbalasen por mis mejillas.

El sonido de mi nombre me sacó de mi ensimismamiento, y rápidamente me sequé las mejillas. Las voces procedían del otro lado del cristal, donde mis amigos me saludaban alegremente moviendo frenéticamente sus brazos, e haciendo gestos con su reloj indicándome que no quedaba tiempo ya. Rápidamente me puse a imitarles, saludando y sonriendo, el tren no tardaría mucho más en partir.

El reloj de la estación me avisaba que sólo me quedaba un minuto, pero yo no tenía ninguna prisa. El cielo oscurecía y los tintes anaranjados de la tarde iban desluciéndose lentamente. Era una escena para recordar, notaba como se cincelaban esos últimos segundos en mi memoria. El silbato finalmente sonó, y el humo brotaba de la chimenea de la locomotora. Mis amigos me miraban con extrañeza, y yo con resignación. La antiquísima maquinaria comenzaba a ponerse en marcha, las ruedas giraban con gran estruendo. El tren se movía con lentitud, rompiendo con cada paso mi corazón, y yo me di la vuelta para no verlo partir.

El destino de ese tren no estaba marcado en mis mapas, aunque llevase años buscándolo. Una sensación de ahogo me oprimía por dentro, un nudo se iba formando que no me dejaba respirar. Una parte de mí se iba en ese tren, una maleta con mi nombre en la etiqueta… o quizás fue sólo una ilusión… Lo único que sabía era que no había un asiento reservado a mi nombre en ningún vagón.

La estación se había quedado desierta, y sólo yo restaba en el lugar. Yo y aquel silencio torturador. La noche había caído finalmente sobre el cielo cual maldición gitana y daba la impresión que permanecería así por la eternidad. No volví la vista atrás para ver las vacías vías del tren, no tenía sentido. Mis pasos me alejaban lentamente del andén.



Cuando llegué a la salida del recinto, una figura me esperaba junto a una farola. Sus ojos calmaron mi dolor. Me acerqué hasta él y, sin mediar palabra, me abrazó. Así estuvimos mucho tiempo, hasta que me oí decir: “Prométeme que algún día viajaremos en tren”

sábado, 19 de julio de 2008

Una vida en el jardín


No recuerdo cómo llegamos allí, ni tampoco lo que quería ni quién era. Sólo sabía que estaba contigo en un jardín gigantesco que parecía no tener fin. No tenía miedo ni temor, ya que por aquel entonces ni tú ni yo sabíamos lo que eran aquellas sensaciones.

Recuerdo con regocijo aquellos días de felicidad que pasamos probando los distintos frutos de los árboles, sin poder predecir si era un manjar o una amarga hoja de árbol. Juntos corríamos campo traviesa, bebiendo de las aguas de la Inocencia y oliendo las flores del campo del Sueño y del Deseo. Pero nuestro recién conocido amigo el Tiempo no conocía el descanso y, con paso firme sin vacilar hizo crecer nuevas flores en nuestro vergel, que aun impregnados con el aroma de la Curiosidad seguíamos investigando.

Aquellas flores fueron la llegada de un nuevo amanecer. Las tupidas enredaderas de sus raíces bloquearon el manantial del que manaba el agua de la Inocencia, y entonces comenzó la búsqueda de nuevos jugos, más exóticos y apetecibles, de los nuevos frutos del jardín. El beber de su néctar fue el despertar de nuevos y desconocidos sentidos. Notábamos en nuestros cuerpos una explosión de sensaciones jamás vividas hasta entonces. Aquel sabor agridulce debió invadir mis pupilas, porque ya no te miraba de la misma forma que antes, y notaba que tú tampoco.

Mientras investigábamos nuevos alimentos de nuestro edén, en muchas ocasiones sangrábamos por las espinas rociadas por el veneno de la Duda, llevándonos a la confusión, nublando nuestra vista haciéndonos tropezar y retroceder en nuestro camino a través del enorme jardín. Muchas heridas y cicatrices son hoy el recuerdo del paso por aquellos tupidos matorrales de plantas espinadas. El Tiempo, nuestro fiel e inexorable compañero de viaje seguía mostrándose solícito por continuar. Nos enseñó una nueva gama de olores y sabores que en algunos momentos me hacían olvidarte, pero sólo durante poco tiempo. Algo muy fuerte nos unía. Y sobre todo tú, tan intuitiva como eras, te diste cuenta antes que yo. Pronto supimos que algo inevitable estaba por ocurrir, y juntos probamos el delicioso y exótico fruto del Amor.

Una vez más el Tiempo hizo de las suyas y empezaste a cambiar. Eras diferente. Parecías una planta a punto de dar su frutos. Tal y como sospeché algo salió desde tus entrañas. Se trataba de una pequeña plantita bella y hermosa. Desde el primer momento quería protegerla y cuidarla. Se parecía tanto a nosotros... Como siempre, fueron el Tiempo y el cariño los que provocaron el crecimiento de nuestra flor haciéndola fuerte y vigorosa.

La pequeña nos cambió a los dos. Ya no teníamos tiempo para seguir probando y observando las flores del gran jardín, sino que sólo teníamos ojos para nuestra pequeña, tan pequeña y delicada. La alimentamos con los frutos más apetitosos que conocíamos y le dimos a beber del agua más clara y pura de todos los manantiales. Nuestra planta creció, pareciéndose mucho a ti cuando correteabas junto a mí por los campos del Sueño y el Deseo.

Añoro aquellos años de dicha y felicidad. El Tiempo, compañero leal pero detestable, nos debilitó y agotó en nosotros el perfume que contenía el aroma de la Curiosidad. La desgana se apoderó de nosotros y poco a poco nos debilitábamos, sin poder conocer por completo el jardín en el que tantos momentos. Hace poco que te marchitaste y ahora te necesito mucho más que antes. Noto cómo mi cuerpo termina por agotarse, y temo dejar a nuestra plantita sola en el jardín. Pero sé que ella sabrá arreglárselas sin mí cuando yo no esté. Mi existencia se acaba y el Tiempo, mi verdugo traidor, avanza torturándome. Aún no sé la razón de mi existencia. No sé por qué fui enviado al jardín cuando ni tan siquiera fui capaz de conocerlo entero. Me voy sin saber adónde, pero parto satisfecho de haber disfrutado de una vida llena de sensaciones junto a alguien tan maravilloso como tú.

miércoles, 16 de julio de 2008

Fin de una etapa


Tras seis años de apuntes y exámenes, parece que ha llegado por fin el día de cerrar una etapa. Se acabó el tiempo universitario, ya soy licenciado de Administración y Director de Empresas. Con el título en el bolsillo, ya es hora de dar carpetazo y empezar un nuevo camino, no sin antes dar un breve repaso a estos años.

Seis años de amistades, de nuevas experiencias y de alguna lección importante. Me acuerdo mi primer día de clase. Fui con zapatos y arregladito, porque no sabía lo que me encontraría por allá. Nisha compartía clase conmigo y nos sentamos con Vero y Cristina los primeros días. Más adelante Davinia nos presentó a los que serían mis amigos de la facultad: Sonia, Humberto, Erwin, Atteneri, Tere, Clara, Elisa… Ese fue el comienzo de una nueva era que cogí con ilusión a pesar de no tener vocación ninguna por ADE (Sinceramente, creo que es una carrera para aquellos que no tienen vocación por nada). El momento de evolucionar y partir desde cero, de moldear a un Navin mejor, sin perder la esencia de mí mismo. Desde primer año (a pesar de un año académico pésimo), encontré en esta nueva etapa lo que necesitaba para seguir adelante con entusiasmo y ganas.

El segundo año fue el mejor sin duda. Bajamar, cenas de navidad, cine, mi primera visita al Teide (ya lo sé, debí haber ido antes), marchas, las chuletadas en casa de Eli, fiestas, conciertos… Cada vez más unidos, cada vez más amigos. Ese año nacieron los tres mosqueteros. Uno para todos, y todos para cada cumpleaños, donde un marco de fotos, una dedicada tarjeta de cumpleaños y un regalo (casi siempre con la mala suerte de ser repetido) se convirtieron en tradición. En verano, la acampada a Los Patos. La mejor y única acampada a la que he ido por el momento.

Ya tercero y cuarto fueron más de transición, pasando sin pena ni gloria por mi vida, sólo la ambición de la beca ERASMUS me permitió seguir adelante y con quizás demasiados días invertidos en la placita con Clara y Omar. Muchas mañanas durmiendo mientras mis compañeros iban a clase se convertían en una constante en mi vida. Luego, un mes antes de los exámenes, me dedicaba a coleccionar apuntes, hacer resúmenes y estudiar. En cuarto, todavía las Mates I se resistían, impidiéndome llegar a mi deseado ERASMUS… pero como dice el refranero popular: “A grandes males, grandes remedios” y muchos sabrán a lo que me refiero ;)

El quinto año lo pasé fuera por el ERASMUS y, cuando volví, prácticamente había perdido contacto con todo el mundo. Curiosamente, el sexto año consiguió conectarme de nuevo con mis antiguos amigos. Participar en el TRUST by DANONE me unió más a Sonia, Humberto, Tere y Clara, y creo que la Universidad no nos olvidará tan fácilmente ahora. Dejamos huella y realmente podemos estar orgullosos de lo conseguido. También este año me trajo nuevas amistades, como Esther (Hola caraculo! ;)) y algún chasco que otro.

En resumen, más que lo que he aprendido (que sí han sido bastantes cosas si me paro a pensar, la verdad) que además sería muy aburrido ponerme a hablar ahora de Econometría o Análisis Comercial (sobre todo esta última, que me hizo sufrir hasta el final), me quedo con los buenos momentos. Se acabaron los tiempos de tutorías y dudas al profesor, el taconeo en la biblioteca de las pijas y los modelos de ADE, los días de dibujar en clase aburrido mientras el profesor explicaba.
Hasta siempre Facultad de Ciencias Empresariales y Económicas de La Laguna. Entré siendo un niño perdido sin saber dónde meterse, y hoy sale una persona dispuesta a cumplir las metas que una vez se propuso.

lunes, 14 de julio de 2008

Por ti mil veces más


Por tu amistad, volvería a darlo todo mil veces más si me lo pidieras. Sentarme a escuchar lo que te pasa, o esas locuras que me pediste y que recordaremos siempre... las haría mil veces más.

Por tu amor, haría mil veces más todo aquello que te hace feliz. Por verte sonreír, por pasar un rato inolvidable contigo. No lo dudaría... lo haría mil veces más.

Por la familia, todo aquello que merezca la pena realizarse para sentir que sigo aquí con ustedes, que no me he perdido ni soy un extraño. Haría lo que fuera mil veces más.

Sin dudarlo... Por ti mil veces más.

domingo, 13 de julio de 2008

Lo que mueve al mundo



¿Qué es lo que mueve al mundo? Los eternamente enamorados hablarán de Amor, los escarmentados se quejarán que la Ambición es el motor de este mundo, y otro de los clásicos es el poderoso Don Dinero ¿Quién tiene la razón?

La parte más ingenua, ese niño que vive dentro de mí soñando en formar familia, la pareja y los sueños de color rosa pastel, grita hasta fundir temporalmente mis tímpanos que el Amor es el motor del mundo, Hablaría de madres coraje que sacan fuerza de donde no la hay para levantar cinco veces su peso en forma de coche para salvar a sus hijos, de los sacrificios que la gente hace por amor, haría un monograma sobre el poder de estos sentimientos que han salvado vidas e iniciado guerras. El Amor podría ser un buen candidato para explicar muchas cosas del mundo… pero no es suficiente.

Don Dinero galopa en su caballo de herraduras doradas. El que más tiene, más poder. El que más tiene, más fichas puede mover. El mundo es un tablero gigante de Monopoly donde hacer dinero, invertir correctamente y saber que todo tiene un precio. ¿Es este el mundo en el que vivimos? ¿Hasta el Amor tiene un precio? Quizás tiene un precio, pero no es el dinero. No creo que todo se pueda comprar. Lo siento Don Dinero, pero ni pagando será el ganador de este concurso.

La parte que más fría que habita en mí habla con cierto rencor hacia la vida. Las muchas cicatrices que tiene en su haber resuenan en su triste voz. Un mundo frío y cruel, donde cómo jugar las cartas y en qué momento es la clave para el éxito. Todo es el momento y la oportunidad, y sólo aquel con la mente más fría saldrá victorioso. El mundo no está hecho para los débiles, con lo que la Fuerza y la Ambición Humana las palancas de nuestra existencia… Se aproxima pero no…

Lo que mueve al mundo para mí más que la Ambición, el Amor o el Dinero es la Pasión Humana. La pasión, nuestra voluntad por hacer cosas es lo que hace que el mundo gire. Nuestra pasión por amar mueve montañas, la pasión por cumplir nuestros sueños nos lleva allá donde nunca pensamos llegar. Llegamos a la Luna por un sueño, y lo cumplimos por la pasión por cumplir nuestros deseos. La riqueza, el amor, la fama o cualquier otro sueño no son más que los fines a los que queremos llegar, metas que no cambian nada por sí mismas, y es la Voluntad o Pasión las que mueve todos los engranajes y hace girar a este pequeño mundo hasta conseguirlos, o perecer en el intento.

Mi mundo está lleno de sueños, y la pasión por lo que hago, por lo que siento, es que hace que mi mundo cambie, que haya cambiado tanto en este último tiempo y siga haciéndolo cada día. La pasión es el motor que mueve mi mundo, que hará que no pare hasta conseguir mi Felicidad, o perecer en el intento.

lunes, 7 de julio de 2008

Weather Roach


Llegó la hora de las burradas otra vez. Este hombre del tiempo americano creo que lo pasa un poco mal con las cucarachas... me recuerda a algunos amigos que tengo que se suben a los sofás cuando ven una.. ¿O no Jackie? jajaja


El destino del 9

El 9 es mi número favorito, mi piedra de toque. El número cuasi-perfecto, el que conoce su potencial y sus limitaciones al mismo tiempo. Número impar, de discordia.


El 9 es mi número de la suerte, mi número especial, y ya van 9 meses... como un embarazo, con sus complicaciones y sus momentos inolvidables. Aunque para nadie más sea importante sino para mí, a mi me da igual.


"9 IS MY LUCKY NUMBER, THAT´S ALL"

domingo, 6 de julio de 2008

NO DEBES TENER NINGÚN SUEÑO, LOS SUEÑOS NUNCA SE HACEN REALIDAD


Una frase repetitiva y recurrente, grabada a fuego hace años e imposible de olvidar. No debes tener ningún sueño… Una sentencia que, aunque la pinte y esconda, al final acaba apareciendo en los momentos más difíciles y duros de mi existencia… Los sueños no se hacen realidad. Mi mente no puede dejar de pensar, darle vuelta a los problemas, y ese maldito mantra comienza a sonar, como una fuerte migraña amenazando con invadir la cabeza en breves momentos.

Me voy al baño a lavarme la cara en un intento de volver en mí. Pero al levantar la cabeza el espejo me devuelve mi imagen, mostrándome que no hay más que lo que ves. Las ilusiones y promesas del futuro estallan en añicos ante la verdad del presente. No debes tener ningún sueño. No puedes huir de la realidad. Los sueños nunca se hacen realidad. Rozo suavemente el cristal que me mira con mis ojos, y veo mis labios moverse en forma de oscuro ritual No debes tener ningún sueño, me dicen, los sueños nunca se hacen realidad.

Un hechizo me retiene delante del espejo, como si no hubiera más mundo que aquél que se halla ante mi. No debes tener ningún sueño… La luz se apaga tenuemente, y todo se desvanece como si jamás hubiera existido. Los sueños nunca se hacen realidad. Sólo estamos el espejo y yo... Yo y yo mismo. La parte más oscura invade con sádica lentitud todo mi ser, deleitándose con su inevitable triunfo. No existe el miedo o el pánico, pero una siniestra serenidad se ha apoderado de mis sentidos. Las fuerzas me abandonan, y mi mente embotada se deja llevar por el cántico diabólico. No debes tener ningún sueño, los sueños nunca se hacen realidad.

El espejo tiende su mano hacia el cristal, invitándome a sentir su tacto, y ya no sé si soy yo quien está dentro de la realidad, y quién reposa al otro lado del frío espejo. Quién es títere y quién titiritero. No debes tener ningún sueño, los sueños nunca se hacen realidad. No reconozco quién es el la persona que se haya en el otro lado, si es un hombre o una mujer, sólo puedo ver sus ojos oscuros, llenos de pesadumbre y melancolía, y su boca, que no para de vocalizar lentamente las consabidas palabras de mi autodestrucción. No debes tener ningún sueño, los sueños nunca se hacen realidad… El pacto ya está hecho.

Quizás pasen horas hasta que consiga recuperarme de este estado de semilocura, y despertaré en mi cama como si una gran resaca dominase todo mi cuerpo. Mi mente estará más tranquila, sosegada, como si los problemas que agolpaban mi cabeza hubiesen pasado de fieras salvajes a mansos animales domésticos. A cambio, la melancolía se ha acurrucado en mi alma por una temporada. Cuando cierre los ojos, sé que sólo seré capaz de ver el brillo del espejo, y a mis oídos llegará un suave susurro… No debes tener ningún sueño, los sueños nunca se hacen realidad.

miércoles, 2 de julio de 2008

El protector


Hoy rezaba a un antiguo dios, pidiéndole misericordia para poder verte al fin. Arrodillado en la capilla sin nombre, mis manos se juntaban para conjurarte ante mí. Mi corazón latía acelerado sólo con ver la bella escultura en tu honor que presidía la estancia.

Largo tiempo ha pasado desde que conocí la leyenda de El ser más puro de la Tierra. Desde aquel día, supe que existías más allá de los cuentos de viejas y marineros de puerto, pues tu latido comenzó a sonar junto al mío dentro de mí. Ya no podía permanecer con vida sin tenerte. Me quemaba tu ausencia, tú que nunca estuviste ahí sino en mis sueños. Demasiado tiempo sintiendo tu luz sin poder verla, imaginando tu voz sin escucharla. En mis delirios febriles notaba tu mano rozar la mía, y creía desaparecer contigo de este mundo al fin. Yo vivía por ser tu guardián, el protector de tu luz por toda la Eternidad.

En una antigua capital de un reino olvidado, cuyas puertas hace eones que permanecieron cerradas, yace la capilla donde mis pies se hayan postrados. El lugar donde dicen los Antiguos que moras sin dejarte ver, esperando la llegada de tu Salvador.

Imploraba por ese encuentro crucial. Ese momento en que tus ojos se cruzarán con los míos, y sabrás que yo nací para amarte, y mi única misión es defender tu corazón. El más puro. Tan sólo te pido un segundo para adorarte, tan sólo un segundo para ofrecerte mi alma, tan sólo un segundo…

martes, 1 de julio de 2008

Hoy no estoy en mí. Mi cabeza voló a un lugar en el que mi cuerpo no pueda encontrarla. Cansada de ser noqueada una y otra vez y seguir sonriendo, prefiere emigrar lejos de aquí, donde pueda descansar un tiempo.

Mi cuerpo abatido descansa sobre la cama, y los restos de mi cabeza intentan en vano hacer funcionar la maquinaria de nuevo. No hay sensación, el dolor es ajeno. Huelga de acciones, callejón sin salida, fin del movimiento.

Música para sanar mi cabeza, cama para sanar mi cuerpo. Descanso. Paz. El día se terminó.