lunes, 27 de abril de 2009

The Rule of the Rose

En esta vida todo se basa en reglas. Ellas mandan y todos nos movemos a su son. Las reglas son como las líneas del pentagrama; limitan la vida para ordenarla, amoldando la melodía con el objetivo de no caer en el más estridente caos.

Cuando se habla de reglas, siempre pensamos en romperlas, como si fueran el impedimento a la realización personal o la jaula que encierra nuestra propia personalidad. Por una vez, quiero romper una lanza en favor de ellas y defender las normas que rigen nuestros actos.

Desde que conozco a Dexter, he aprendido a valorar su función y su necesidad para no desbocarnos en la anarquía o la mera satisfacción de nuestros deseos inmediatos. Quizás ahora, que estoy pasando por horas bajas, creo que es más necesario que nunca establecer un código, un conjunto de mandatos que ayuden a construir de nuevo mi torre, la escalera que me llevará de nuevo a lo más alto.

Todo en la vida se basa en reglas. Sin leyes todos seríamos presa de nuestros instintos más oscuros, olvidándonos de la felicidad y libertad del prójimo para vivir en el hedonismo absoluto. Sin leyes o un código interno, seríamos veletas sin personalidad, llevados por el momento... en todo momento. De esta forma no construimos nada, porque daríamos vuelta sobre nosotros mismos sin sacar conclusiones.

Por ello, ahora que mi vida es algo parecido a un solar, quiero apuntalar mi casa con reglas, normas y principios que aseguren que lo que vaya encima no vaya a caer. Sé que llevará tiempo, pero sé que valdrá la pena... Y sobre todo sé, que el día menos pensado... alguien vendrá a ayudarme a romperlas.




Mi vida

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