Poco a poco los días pasan, y el recuerdo de ellos va formando una gran tela, llena de fotos y momentos imborrables. Desde hace ya un par de meses, mi vida no ha parado de moverse, de evolucionar. A base de puntadas y movimientos de agujas, los ratos de felicidad se han ido agrupando hasta llegar hasta hoy.
Nuevos amigos del trabajo, un puesto fijo ahora, en estos tiempos que corren, excursiones por los barrancos, por el Teide, a la Orotava. Parques acuáticos. Mucha fiesta: variada y de todos los colores: Azul por el tenerife, roja la de este sábado, de todos los colores en casa de Esther con sus fiestas temáticas, negras con mis amigos en el sur... Todo ello acompañado de muchas playas, todas distintas pero siempre con buen tiempo y pequeños momentos pero intensos con mis amigos: Escapadas al Tea&Chocolate, escapadas a la piscina de Humberto, viciadas en mi casa, chuletadas... y muchas cosas más.
¿Y qué queda por venir? Muchas despedidas de amigos, más excursiones, cumpleaños, otra fiesta temática, una acampada, un impresionante viaje a Barcelona y la boda de una amiga en Gran Canaria. ¿Verano movidito? Por descontado. Tanto es así, que practicamente no hay huecos en mi agenda, por muy prepotente que pueda sonar.
Intentando recapitular por estos últimos meses, me he dado cuenta que mi vida ha cambiado y no ha parado de moverse. Siento que aprovecho hasta el último instante, y por una vez siento que no malgasto absolutamente nada de mi tiempo. Contra todo pronóstico y sin haberlo pensado, está claro que este se está convirtiendo en el mejor verano de mi vida.
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