No esperaba encontrar a alguien tan singular. No creí que esto pudiera pasar otra vez. Con el olor del sándalo y la música de mi niñez fueron el marco de esta pequeña aventura: El encuentro del Gato y el Sapo (esperemos que no sea el último), donde una inocente noche se convirtió en momento anclado en el tiempo.
Un día, el gato y el sapo decidieron quedar a conocerse. El gato quería jugar un rato, rellenar un par de horas de su encaprichada vida y pasar una noche entretenida. Decidió que el sapo sería su compañero de juegos por un día, y le convenció para jugar aquella noche.
Aquel juego que tan bien sabía controlar el felino acabó quemándole hasta el alma. Todavía no puede explicárselo, pero mientras él está todavía recuperándose, el sapo permanece inmutable. Él dice que son los años de experiencia que lo han congelado, y las aguas en las que lleva nadando desde hace un tiempo le han hecho resistente al amor.
El gato es curioso, y quiere seguir tirando del ovillo, porque sabe que lo que se puede encontrar es muy interesante. El gato es tenaz, y empezará a ronronear bajo tu ventana, en espera de una señal. Ironías del destino, esta vez me toca a mí esperar al pie de la ventana, cuando toda la vida ha sido al revés....
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