Navin 9.0

Cerrando los ojos, juego con cuidado con un muñeco bien tallado, paseándolo por lo anodino de mi día, jugando con las piezas que forman mi vida y deleitándome de grandes momentos de satisfacción. Él es perfecto, triunfador e indestructible, capaz de hacer los sueños realidad. Él es tan como los demás y al mismo tiempo tan superior, volando por encima del mundo con sus alas de plata... Cualquier comparación con él es un absurdo. Él soy yo, y al mismo tiempo no lo es. Navin 9.0, la mejor versión de mí mismo.

Cuando la realidad del mundo me despereza, veo en el espejo lo que hay en realidad. Sólo soy yo, un proyecto de perfección a medio terminar, una potencia de algo que está por venir, pero que no encuentra el momento de eclosionar. Un cajón de sueños e ilusiones, una aguja clavada en el pecho que no me deja vivir tranquilo y un humo borroso que me rodea. Buena madera para crear todavía pendiente terminar de tallar. Pecaminosamente vago y furiosamente empequeñecido por el mundo.

Vivo a la espera de tender una escalera a la evolución, en busca de esa ilusión de acercarme cada día más a ese yo que es imposible que no sea feliz, ese ser que lo ha logrado todo y sonríe a la vida a cada minuto. El camino se empieza andando, pero yo quiero volar. Dar el salto al vacío para abrir mis alas y volar. A la espera de que crezcan mis alas o que finalmente decida andar, como el resto de los mortales. Así el violín esperará mudo en el rincón, sin que nadie le arranque una nota pero admirado por todos desde la lejanía...