miércoles, 10 de agosto de 2016

El templo de los masones

Las ruedas del avión se posan con brusquedad sobre la tierra de mi niñez, mientras mi mente en medio del sueño y la ensoñación se trasladan a un edificio que aun hoy se erige a un par de calles de mi antiguo hogar. Este edificio no es otra cosa que un templo de los antiguos masones que se habían establecido en mi ciudad. Lejos de esconderse, este edificio s colocaba ufano al lado de la iglesia, compitiendo en columnas y majestuosidad con ella y coronada al más estilo griego con una fachada triangular, que para terminar de rematar un ojo abierto observaba a todo aquel que pasara a través de su campo de visión.

Creo que un edificio tan particular y extravagante, rompiendo con la estética de la pequeña calle escondida, no podía sino emanar un aire mágico y misterioso, un magnetismo que hacía que cada día que pasara por enfrente suyo no pudiera sino devolverle la mirada al pétreo ojo que todo lo ve. He de reconocer que han habido días en los que me quedaba mirando desde los barrotes que impedían la entrada con detenimiento el edificio, imaginando los ritos y celebraciones que se debían hacer allí. Siempre he fantaseado con que los masones que un día habitaron ese edificio eran en realidad magos, brujos y encantadores que en oscuros ritos convocaban poderes mágicos y ancestrales pasados de generación en generación.

En días como hoy, donde la desesperación y la oscuridad se comen mi alma a bocados, se me antoja tentador visitar de nuevo este edificio, atreviéndome a saltar los barrotes que me separan de la puerta y sorprender a la nueva generación de encantadores que han seguido con el negocio familiar. Así al fin, podría comprar el remedio a la infelicidad que me embarga... ¿El precio? Ya habrá tiempo de negociar...

Un toque en el hombro me saca de mis fantasías. Una señora que quiere sacar su maleta del avión me insta a que me dé prisa por salir. No puedo evitar estremecerme, uno de sus ojos.... es como si fuera de piedra, como si fuera el del templo de los masones... La señora sonríe ligeramente... y me guiña su ojo de mirada pétrea.

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