jueves, 25 de septiembre de 2008

French kiss


Con un dulce beso, me despedí de ella, al menos por un tiempo. Delicada y suave, llevaba años junto a mí, aunque no comencé a amarla hasta hace un año y medio, cuando la descubrí otra vez, acostada al lado de mis sueños.

Cuando éramos niños, yo la quería, pero no sabía lo que significaría para mí. Cuando fui a su país, me atrajo para sí, y me susurró al oído palabras que en aquel momento no fui capaz de entender. Sólo pude sonreír tontamente y hacer como si nada hubiera pasado.

Al principio, aunque me llamaba la atención, no lograba acercarme a ella como me hubiera gustado. Todos los comienzos son difíciles. Fueron meses de furtivo acercamiento, de profundizar hasta llegar a ella, y poder amarla sin barreras. Aprendí a amarla al fin, pero volví de vuelta a casa demasiado pronto.

Con el tiempo, todo se iba evaporando, pero nunca me cansé de pensar en el tiempo que pasamos, y la añoranza me hizo volver a recuperarla, aunque fuera en veladas conversaciones de MSN. Después de miles de historias, ella se mantenía a flote en mi vida a duras penas, como un náufrago agarrado a los restos de su barco.

Fue entonces cuando me decidí, y sabiendo que aquello no iba a ser eterno, al menos debía honrar su memoria, y hacer algo para que pasara lo que pasara, ella estuviera en mi vida por toda la eternidad. Le dediqué cuerpo y alma durante un tiempo, éramos capaces de hablar el mismo idioma...

Llegó el día, y una línea escrita en un papel y un diploma serían la prueba de que estuviste ahí, y nadie podría negarlo. Ahora toca abrir horizontes y un beso dulce y fugaz sellará nuestra despedida. No hay rencores, y sabemos que no será un olvido para la eternidad, pero una línea tiene que llevar a la siguiente, y el hatillo donde guardo mis experiencias debe seguirse llenando, debo subir las escaleras que llevan a las puertas que siempre quise abrir.

A bientôt, ma chére!

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