Estoy acostumbrado a dormir de lado, en posicion fetal y abrazado a una almohada. Así me siento como un niño pequeño, protegido haciéndome una bola y mimado por el abrazo a un objeto que hace las veces de un ser amado que me cuida de que no me pase nada malo.
Dicen que cambiar la postura de sueño es casi imposible. Somos personas de costumbre y nos habituamos a una forma de ser, de actuar y por ello hay cosas sobre las que no podemos influir. Hay cuestiones que son inalterables.
Es igual que el fumador siempre acabará recayendo, o aquel que piensa que sólo se puede amar tal y como aprendió la primera vez. Dicen que el ser humano no es lo suficientemente flexible como para hacer tantos cambios como los que yo me planteo...
Ahora duermo bocabajo, apoyando mi cabeza sobre la almohada.
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