Hoy, (miércoles otra vez) me he levantado con una determinación clara a cambiar mi suerte. He llamado al trabajo y he dicho que estoy enfermo y que no voy a poder ir. Tras escuchar a mi jefe quejarse de forma velada porque haya avisado con tan poco tiempo, le colgué aliviado. Por fin iba a vivir una situación distinta a lo que había conocido hasta ahora.
Decidí escapar... irme lejos de esta rutina maldita, esta broma del destino que no tiene explicación. Abrí mi ordenador y compré el primer vuelo que vi: Vuelo a Madrid a las 13.30. Miré el reloj, las 9.30. Tenía tiempo de sobra. Preparé un café y un buen desayuno a base de tostadas y me puse a ver la tele, viendo las noticias que ya sabía que pasarían: La bolsa sigue desplomándose, personas que pierden sus casas y manifestaciones que luchan por una vida más digna. Por primera vez desde que vivía encerrado en este miércoles, conseguí relajarme un poco, disfrutando de esa sensación de vivir una experiencia nueva, ignorante de mi futuro en las próximas horas.... Alivio.
Con el paso de las horas mi alivio se transformó en ansia. Ganas de salir de aquí, de escapar de esta realidad a un lugar donde el día no se condenase a repetirse... Hice una bolsa con ropa para una semana y cogí el coche. Me sentía tranquilo mientras conducía, esa sensación de libertad, de hacer lo que me apetece y poderoso de estar engañando al destino. Según me acercaba al aeropuerto, una mala sensación oscurecía mi estado de ánimo. Nubes negras como el carbón desafiaban mi plan perfecto... pero decidí llegar hasta el final...
Entré al aeropuerto y me dispuse a esperar. Miré el reloj: 12.00. Tenía tiempo de sobra allí todavía, pero una vez entré, ya me temí lo peor... Colas de gente en los mostradores, hombres cabreados con las azafatas de tierra y, lo que más alarma me creaba... un tablón de letras amarillas donde una palabra predominaba sobre él, parpadeando burlonamente y recordándome que no sería tan fácil burlar al destino. CANCELLED
Me acerqué apesadumbrado hacia los mostradores, resignado a encontrar la fatídica respuesta: Lo siento señor, de momento por problemas climatológicos, ningún vuelo saldrá por el momento del aeropuerto. Por favor, espere por si la situación mejorase.
Esperé 5 horas más, comiendo en la carísima cafetería del aeropuerto, observando a la gente y pensando sin sacar ninguna conclusión. El vuelo definitivamente ha sido cancelado y no parece que vaya a salir ningún avión hoy... Ahora me toca emprender la humillante vuelta a casa esperando el temido final... El destino me la ha vuelto a jugar...
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