sábado, 15 de octubre de 2011

Vuelta al reloj (IV)

Esta mañana cuando me levanté, tuve la sensación de que todo era distinto. La luz que entraba por la ventana no era la misma que la de todos los días, la forma de moverse las cortinas, el aire de la mañana.. no lo sabía explicar, pero algo parecía haber cambiado. Por un momento pensé que había conseguido romper el bucle y por fin era jueves... pero el calendario me advertía sin inmutarse que me equivocaba.

Decidí que dejaría de ir al trabajo, así que volví a repetir la llamada para escaquearme. Estaba claro que si iba a estar encerrado en este día de por vida, al menos podía pasar del curro sin remordimientos... Después de todo, nadie lo iba a notar...  Tras la llamada de rigor, me preparé tranquilamente el desayuno. Mientras untaba generosamente de mermelada mis tostadas, seguía pensando que hoy sería un día distinto...

Fue mientras fregaba los platos cuando mis sospechas se confirmaban. El timbre de la puerta había sonado. ¿Ya me había llegado la hora? ¿Tan pronto hoy? Decidí comprobar por la mirilla primero, no fuera que efectivamente mi muerte se hubiera adelantado 12 horas a su horario habitual.

A pesar de la poca visión que permite una mirilla, pude descubrir a una joven rubia esperaba al otro lado. De cara dulce y sonrisa misteriosa, aguardaba pacientemente a que le abriera la puerta. Nada de cuchillos, pistolas o cualquier otro tipo de arma para matarme. Así pues abrí la puerta...

- Hola, ¿Qué tal? ¿Puedo pasar?, dijo la joven.
- Ehm, Sí, pero ¿quién eres?, apenas pude balbucear
- Yo sé por lo que estás pasando, sentenció ella.

Aquella declaración me dejó en shock. Sin que le dijera nada, ella avanzó por la puerta y se metió en casa. Lo único que pude hacer fue seguirla a que tomara asiento. Ella se comportaba como si estuviera en su casa, como si aquel fuera su territorio y no el mío...

- Me llamo Sonia, y yo he estado donde tú estás ahora. Sin poder escapar, viendo como todo se reduce a un día sin fin, intentando lo imposible por poder salir de este lugar, pero tus esfuerzos parece que son en vano... al final uno se limita a esperar una luz al final del camino que te permita salir... Aunque no lo creas, yo he pasado por lo mismo que tú. Para poder salir de aquí, tienes que ser fuerte. Fuerte para poder abrir los ojos de par en par al mundo que te rodea. Debes encontrarte a tí mismo aquí dentro, una vez lo hagas, podrás despertar de esta pesadilla... Él me ha dicho que si en cinco días sigues sin abrir los ojos... se acabó. 

Intentaba decirle algo, mover los labios para hablar con ella, pero me era imposible articular palabra, como si estuviera paralizado. Sus palabras me dejaron completamente en shock. Una lágrima comenzó a rodar por mi mejilla. Ella me la limpió, y continuó hablando:

- Pero yo creo en tí. Lo harás bien. Tienes que encontrarte. Sé que suena absurdo, pero cuando te reúnas contigo mismo, saldrás de todo esto. Más allá de estas cuatro paredes, está tu vida esperándote, tu familia, tus amigos, ¡Tu vida real! No te rindas, ¿Vale? 

Un beep interrumpió sus palabras. Balbuceó un "Tengo que irme" y se fue. Llegó tal y como había venido, una desconocida. Sus palabras me aturdieron enormemente, y no pude parar de pensar en todo lo que había dicho esa tal.. Sonia... parecía entenderme tan bien... entendió la frustración que siento, este día maldito que se repetía... ¿Quién es "él", que me da cinco días de plazo? ¿cinco días para encontrarme a mí mismo o si no... se acabó? No entendía nada... Me dolía mucho la cabeza...

Me tomé una aspirina y me tumbé en la cama. Miraba al techo mientras pensaba en qué podría significar eso de "encontrarse a sí mismo". Hablaba metafóricamente... ¿No? Desgraciadamente, parece que no tenía demasiado tiempo para pensarlo. ¡Mierda! Si tanto quiere que salga de aquí, ¿Por qué no fue más clara? ¿Y por qué no pude decir nada? Sonia... ¿Quién eres? ¿Cómo voy a salir de esta?... ¿Qué es esto?... Las preguntas flotaban por la habitación... pero las respuestas no parecían estar escondidas en ningún cajón...

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