lunes, 17 de octubre de 2011

Vuelta al reloj (VII)

El día volvió a empezar... Ya sólo quedaban 3 días... quizás 2. Ni siquiera estaba seguro ya de nada. Notaba mi cuerpo más débil y me sentía mareado. Creo que era síntoma claro de que aquella extraña mujer tenía razón. Tenía un tiempo limitado.

A pesar de no haber visto a nadie ayer, sentía que ya había recuperado lo que necesitaba tanto de mi familia como de mis amigos, como si me hubiera quitado un peso de encima, así que descarté el ir a visitar a nadie más de mi entorno.

Una idea rondaba en mi cabeza, y aunque sabía que la respuesta no iba a estar ahí, decidí dejarme llevar por mis instintos. Cogí mi teléfono y busqué un número al que hacía un año que no llamaba. Mi ex.

De todas las relaciones que he tenido en mi vida, la última de todas fue la única que me marcó de verdad. A pesar de no haber acabado del todo bien y que el tiempo había cicatrizado las heridas en un tiempo récord, decidí llamar, y hacerle un hueco en lo que parecía un recopilatorio de mi vida.

Cuando escuché su voz al otro lado del teléfono, me puse muy nervioso, y sin saber muy bien qué decir, le saludé con timidez. Tras el intercambio de un par de frases superfluas que ambos sabían que no conducían a nada, me sorprendí a mí mismo proponiéndole una cita en mi casa, para ponernos al día y hablar de todo un poco. Después de tanto tiempo sin hablarnos, se le notaba extrañeza de recibir mi llamada, pero debió notar mi tono de desesperación y mi insistencia por vernos hoy, ya que finalmente accedió a vernos por la tarde.

Mientras tanto, decidí ir a otros sitios signficativos en mi vida, como el instituto, la universidad y el sur donde tantos momentos especiales había vivido. En todos esos sitios, mi cuerpo se iba llenando de recuerdos, de sensaciones olvidadas hacía ya mucho tiempo. Me sentí flotar, como si me librase de las cadenas de este mundo y pronto pudiera ser libre.

Volví justo a tiempo de ejercer de buen anfitrión. Llegó puntual, como siempre, y empezamos a charlar de todo un poco. Demasiadas banalidades que le tenían demasiado confuso sobre el motivo de quedar con tanta urgencia, y así me lo hizo saber.

Así que mi respuesta, sin ser demasiado explícita sobre el verdadero motivo fue: "Necesitaba verte". Aquellas frase tan ambigua, despertó en ambos un resorte que no dio pie a muchas más palabras. El silencio se convirtió en un preludio de lo que sería un recuerdo de los viejos tiempos.

De la sala pasamos apasionadamente al dormitorio, y allí de nuevo mi mente volvió a mostrarme imágenes de aquellos tiempos donde el amor fue lo más importante en mi vida. La primera cita, las escapadas de fin de semana, los besos, los "te quiero", las peleas que minaban nuestra relación, los momentos de duda sobre el futuro que tomaría aquello, los desacertados regalos de Navidad, el viaje a Andorra.... y los innumerables momentos de silencio compartido donde, como hacía cinco minutos, las palabras no eran neceesarias para que dos personas se entendiesen.

Cuando abrí los ojos, estaba solo en la cama, como si nada hubiera pasado. En el marco de la puerta estaba ella otra vez...mirándome con cara triste. "Pero, y dónde estaba...". La joven rubia interrumpió mis cavilaciones y posó su mano suavemente sobre mi frente, "Descansa" me decía con su voz dulce. Me sentía tan agotado, sin capaz de entender este mundo de locos, que no pude sino hacerle caso y dormir...

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