El reloj nunca deja de correr y las hojas caen del calendario sin darnos cuenta. El mañana ya está aquí, y el presente ya es pasado. Pensamos siempre en el futuro como si fuera cosa lejana y hacemos planes y castillos en el aire, fantaseando en cómo serán las cosas dentro de un año, dos... Y sin darnos cuenta, el futuro ya está tocándonos la puerta.
Me he pasado media vida planificando y soñando mi futuro ideal, esa imagen en mi cabeza por la que llevo luchando tantos años. Cada paso en mi vida ha sido en pos de esa idea, ese sueño que me rondaba desde que tenía 16 años. Ya con 24, me doy cuenta de que no me restan más que dos años como mucho para hacerlo realidad. Poco a poco me acerco al precipicio, un escalofrío recorre mi cuerpo y un ligero miedo por estar a punto de darme el paso, pero no hay nada que más desee que lanzarme al vacío y ver qué pasa...
Mientras escribo, voy dejando el pasado atrás, y los momentos del ahora ya son parte del ayer. El tiempo corre, y creo que no lo estoy desaprovechando.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario