viernes, 19 de diciembre de 2008

Perdona, ahí se sienta mi amigo...

Hola, déjame que me presente. Me llamo Navin y trabajo aquí desde hace ya 8 meses. Quizás no lo sepas, pero ese sitio en el que estás sentado no es para ti. Sí, puede ser que te hayan dicho que tienes que trabajar aquí, pero permíteme que te desengañe... Ahí se sienta mi amigo...

Hace un año ya, uno de mis mejores amigos y yo participamos en un concurso del que seguramente ni hayas oído hablar... y ganamos. No sólo aquí, sino en Barcelona y casi en París. Sí, aquí en la mesa verás nuestra foto y una nota de prensa que lo prueba. Míranos lo sonrientes y felices que estábamos, orgullosos de conseguir lo que nadie había logrado nunca en estas islas.
Nos llamaban "la cantera de la empresa" y nos llenaban las orejas de promesas de futuro y sueños que parecían hacerse realidad. Nosotros les creímos...

Durante 8 meses nos sentábamos aquí, donde estás tú ahora, a demostrar nuestro potencial, las ganas de trabajar y lo mucho que nos importaba esto. Entre risas y estrés sacábamos el trabajo adelante. Con una ilusión casi inquebrantable poníamos cuerpo y alma en lo que hacíamos, y los sueños que nos prometieron fueron el viento que henchía las velas de nuestros barcos. He de decirte que la desgana se apoderó muchas veces de mi amigo, y a veces pensó en renunciar, pero defendió su papel hasta el último momento.

Con el paso del tiempo, nos dimos cuenta que el viento dejaba de soplar. Las ilusiones se esfumaban, como la estela de los barcos al navegar y nos empezamos a dar cuenta que no siempre los sueños llegan a su puerto de destino. Lección dura, momentos difíciles. Las velas ardieron con el fuego de la crisis, y un corazón congelado por la decepción cayó a la mar.

Tú no tienes la culpa de nada, pero ese sitio en el que estás, lo ocupó mi amigo, mi compañero de la facultad. Ya nadie se acuerda de los chicos del Trust, ni de las cajitas 3x2 o de la promoción de las neveras. Pronto se olvidan las promesas del pasado y las aspiraciones de futuro...

No te odio ni te desprecio. Es más, mi amigo pensaba renunciar y de todas formas tú ocuparías su lugar, pero te cuento esto para que conozcas nuestra historia. Nuestra vida entre estas cuatro paredes. Mi amigo ya no se sentará aquí nunca más, y en unos meses yo tampoco. Pero quiero que sepas que te tendrás que esforzar mucho por sacar adelante el trabajo y para vivirlo con la intensidad que sentíamos nosotros.

Permíteme además contarte algo que puede que hayan omitido cuando te contrataron. A partir de hoy, tu tiempo sentado en esa silla tiene los días contados. No pretendo desmoralizarte, puesto que es bueno que lo sepas desde el principio. Nosotros no tuvimos esa suerte.

¿Sabes? También te cuento esto porque cuando llegue el verano, el último de los chicos del Trust bajará por esa escalera, y no volverá jamás. El equipo Masterpiece no pisará esta empresa otra vez, ni comerá yogures en la cafetería o se mandará mails divertidos en las horas de trabajo. Nuestro tiempo se acaba ya.

El día que me vaya, quiero que le cuentes al próximo que venga quién ocupó esta silla que en julio estará vacía. Explícale quiénes sonríen con ilusión en la foto que tendrá enfrente. Por favor, háblales de los chicos del Trust... esos que rozaron la excelencia y de los que nadie se acuerda ya. Esos que brillaron en su trabajo y nadie quiso contratar... los juguetes rotos de la empresa.

Cuando mi silla esté vacía, no dejes que muera nuestro recuerdo....

No hay comentarios: