¿Te acuerdas aquellos días en el colegio? Éramos niños llenos de sueños y con ganas de salir fuera a explorar el mundo… nos propusimos ir los dos a buscar aventuras a la capital. Tú serías una gran economista con nociones de abogada y broker mientras yo diseñaría las estrategias de publicidad de las más prestigiosas empresas del país. Todavía me acuerdo nuestras conversaciones con los profesores, que nos animaban a buscar nuestro camino, dando igual adónde nos llevasen nuestros pasos.
Finalmente, nuestros caminos se separaron. Tú te fuiste, yo me quedé. Tú hiciste lo que siempre quisiste, y yo decliné la oferta. Nunca fue miedo ni temor, pero supe que no estaba allí la oportunidad que estaba buscando. El tiempo me ha demostrado que, sin desandar lo caminado, los sueños del pasado todavía pueden sorprenderte a la vuelta de la esquina.
Desde entonces, muchos han sido los intentos por reencontrarse y compartir un café, una cerveza o un algo que sirviese de excusa para ponernos al día después de tantos años, pero ninguno de esos intentos se ha materializado en realidad. Mientras tanto, el azar nos regala unos minutos cada año donde sorprendernos y hacer en 2 minutos las preguntas de rigor, dejándonos el sabor de que todavía no es tarde para ese café.
Esta vez el destino ha sido más generoso, y nos da la segunda oportunidad. Una puerta al pasado para volver a saber de esa niña que se sentaba a mi lado y leía las historias que escribía mientras estudiábamos para cumplir nuestros sueños.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
¡No imaginas la ilusión que me ha hecho!
Nos debemos más de un café y las miles de confesiones que llevamos guardando todos estos años, de niños a adultos.
Una puerta que conecte nuestro pasado con el presente y sea capaz de mantenerse en el futuro. Abierta.
Publicar un comentario