No me reconozco. Es verdad que he cambiado. No soy el mismo que hace unos meses, ni hace un año ni dos. Soy otro, más odioso y menos bueno, más arisco y muy pasota.
Tengo más cicatrices y heridas que me han hecho cambiar. Madurez y golpes a partes iguales, el sabor de la independencia y las ganas de mandarlo todo a la mierda. La indiferencia es la colonia que uso a diario. Ya puede desmoronarse el mundo, que yo permaneceré inmutable.
Ya mi sonrisa inocente es una mueca de algo que fue, y los intentos de siempre buscar la sonrisa de los demás se ha quedado en una anécdota del pasado....Ya no soy yo. Si reflexiono sobre lo que pienso, me doy cuenta que soy un monstruo. Nunca he sido bueno, pero tampoco nunca había sido tan malo.
Es verdad que estoy en el declive, y a muy poquito de tocar fondo.
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