Es de bien nacido ser buen agradecido.
Durante este tiempo de tormentas internas, hay dos personas que se han convertido en los pilares de mi vida. Entre los dos, aguantaron mi peso y me ayudaron a llegar a la orilla. Sé que, a pesar de todas las crisis de amistad que pueda llegar a tener en mi vida, sé que hay dos que no me fallarán. Personas que no quiero que desaparezcan, sin las cuales yo no podría vivir.
Ellos me cuidan y piensan en mí, estando a mi lado como si no. A uno lo conocí hace más de 10 años, y sigue aquí quieriéndome más, siendo mi amigo incondicional y la persona que mejor me entiende, el que se ríe de mis paridas y me cuenta sus secretos. A la otra la conocí en la facultad, y aunque siempre hablábamos por MSN, nuestra amistad de verdad empezó más tarde, formando parte de un sueño.
Cuando ellos no están, yo lo noto. Cuando estoy solo, me sorprendo descolgando el teléfono y hablando durante horas. No puedo pasar un día cruzar una palabra con alguno de ellos. Me dan su vida, sus risas y momentos. Somos muy distintos los tres, pero cada uno me ayuda a su manera. Gracias
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