Ya no quedan fuerzas para mandar sobre mi cuerpo. Mi mente hace ya días que funciona sola. Me siento títere de las circunstancias y esclavo de mi destino. Sólo puedo sentir el escozor de mis heridas y la sangre fluir por ellas.
Duermo y no descanso, respiro pero no vivo. Los números se amontonan en mi cabeza y no soy capaz de pensar con claridad. Hoy siento que estoy descubriendo mis límites, y estoy al borde del colapso. Aun así... siempre se puede. Siempre se puede.
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